miércoles, 15 de abril de 2009
Nada, nada, nada
Y de nuevo recurro a la escritura para no morir de vacío. Para que las palabras vayan rellenando poco a poco pero con contundencia este hastío de no poder hacer más de lo que me dejan hacer. Y lo peor es que no es un desprecio premeditado, eso sería demasiado. Es simplemente abandono, indiferencia. Despiden a bocajarro, sin clemencia ni miramientos, sin un "lo siento pero no había otra forma", porque no hay ningún plan B. Y yo por abatares del destino me quedo en el barco carguero de piedras que se hunde lentamente y no puedo hacer nada. Nada, nada, nada. Y me pregunto si realmente me he salvado o si esto es la cronica de una muerte anunciada, porque esperar que pase el tiempo es de lo peor que pueden hacerme. Espera a que lleguen las siete, a que la vida pase, eso si que no. Así que pienso recurrir a vosotras palabras, burbujas de oxígeno para este hundimiento con preaviso. Escribiré aquí todo lo que no me dejan. No podréis conmigo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)