sábado, 25 de agosto de 2007
Una tarde de sábado
Tarta de manzana sin cuajar, lluvia de agosto, y leo dosando suavemente la nada para no lastimarse, polarización relativa, pies negros, escribir por escribir, me gusta la palabra vaiven, reconocer es reconocer y viceversa, me gustan las palabras felices, recordar me hace sentirme viva y sentirte vivo, compartir las palabras, mona bosteza, la tarta se quema y no se cuaja, croqueta verde en aspirina con sombrero, seguimos siendo los reyes, el olor a panadería se mezcla con el olor a lluvia, menuda catarata de palabras, no pensar, vivir en Bruselas o en Berlin, o mejor Paris, incertidumbre, volar, crecer, miedo, maldita razon, malditas utopias, sigo leyendo despertar con exacta conciencia de que en ese momento empieza una increible equivocación, por favor no lo hagas, una rayuela en la acera, tiza roja, tiza verde. CIEL. Desahogo, libertad. Sentir el amor sin enamoramientos. Yo no soy Claudina. Quien me ha robado el mes de agosto? una pared con postales, escucho el ronroneo de un avión, mona me observa, me llama cascarolo, una tarta fuera sin cuajar, voy a la ducha, frota frota los pies. Abro un libro y elijo una página y una palabra al azar y es...¡zapatos! (Rayuela, capítulo 23, página 141, quinta línea, quinta palabra, la frase completa es: el agua en los zapatos.)
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